Apuntes de un centinela: La edad de las hojas no importa

Ya inició el gran remate de libros en el Auditorio Nacional, con entrada libre por cierto, para enriquecernos el alma y vaciar nuestros bolsillos sin temor. Pero, antes de visitarlos siempre es recomendable hacerse de una lista de indispensables en el librero.

Si bien habrá alrededor de 250 expositores y casi 700 editoriales, descuentos y actividades para fomentar la lectura, debemos hacer una reflexión ahora mismo. Es la onceava ocasión que se presenta esta oportunidad; más de 140 mil personas asistieron el año pasado y quiero creer que se repetirá la cifra.

No obstante, abro la invitación a no olvidar a las librerías de viejo, esas que al entrar te sabes poseído por ediciones únicas e irrepetibles, primeras versiones y errores que saben a bendiciones por su singularidad.

La Ciudad de México funge como librero atinado por la variedad de negocios dedicados a la venta de libros usados con orígenes asombrosos; una procedencia oscura e inenarrable; en ellos se entretejen historias que esconden pleitos de herencia, robos, angustias económicas… etcétera. Esto da por resultado que nuestros viejos amigos, los libros de segunda mano, aparezcan en el mercado una y otra vez.

Si han caminado por la calle de Donceles en el Centro Histórico se darán cuenta de lo que explico, ya que a veces adquirirlos nuevos en sellos editoriales de jerarquía alta es muy complicado y caro. Entonces la opción de buscar de segunda mano se acrecienta y en momentos nos sorprende.

Recuerdo hace cinco o seis años que buscaba el libro Anhelo de vivir; la vida de Vincent Van Gogh del autor estadunidense Irving Stone (1903-1989) y me encontré con que existía la primera versión (noviembre de 1957) en funda de piel e interior de gamuza, una joya literaria que en ese tiempo costaba 595 pesos. Opté por la edición de 1978; guardaba en sus hojas el aroma de libro viejo que tanto amamos.

A partir de ese enamoramiento imposible recurrí a buscar los títulos que había querido leer. Muy grato fue saber que las tantas ediciones y revisiones que poseen las librerías de viejos a precios más accesibles que incluso en los remates de libros, cuyos integrantes a veces decepcionan las expectativas de los que quieren leer de verdad —no míseros 20 minutos al día—.

Así es que antes de acudir al Auditorio Nacional les recomiendo visitar las librerías de viejo en las calles de Donceles e Isabel la Católica en el Centro Histórico; en la colonia Roma, en Avenida Mazatlán, Álvaro Obregón y San Luis Potosí; en la Hipódromo Condesa, la Calle Ozuluama; Liverpool en la Juárez y hasta la Tabacalera, en la calle de Rosales.

En el amor, como en los libros, la edad no importa. Solo es vivirlos.

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Soy un periodista que ha escrito sobre política y negocios. Trabajé en MILENIO Diario, Notimex y fundé Cuestione con otros colegas. Ahora soy reportero en El Heraldo de México.

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