Apuntes de un Centinela: Matar a la raza para callar el espíritu

30 enero, 2018

Una vez más, el Estado ausente se volvió cómplice de una arbitrariedad en la capital del país. Un menor de edad fue “levantado” por policías capitalinos sin motivo de detención, para luego ser abandonado a su suerte.

Marco Antonio Sánchez Flores es ejemplo de la falta de compromiso de las autoridades por una seguridad para la ciudadanía. El universitario de Prepa 8 fue perseguido en las inmediaciones del Metro Rosario por tomar una fotografía a un grafiti.

Esto fue razón suficiente para detenerlo arbitrariamente porque, según la policía de la CdMx, asaltaría a una persona que posaba en dicha pared. Marco, asustado y previsor, intentó huir de la zona, pero no tuvo éxito. Y la autoridad rompió protocolos al someterlo para después subirlo a una patrulla, pero no llegó ni al juzgado cívico.

De acuerdo con Edmundo Garrido, procurador general de Justicia de la capital, fue “soltado” cuadras después por los elementos policiacos. Pero hay versiones que contradicen estas declaraciones de los uniformados. La ley establece que, si un menor de edad es detenido, tiene derecho a ser presentado en un juzgado hasta que sus padres o un tutor lo lleven a su hogar.

Extrañamente, “apareció” a más de 40 kilómetros de donde fue “levantado”, además de presentar golpes severos que afectaron su motricidad y razonamiento. Marco Antonio fue reconocido en cámaras de Tlalnepantla, tras cinco días en que, supuestamente, deambuló “errante” y con un zapato, de Azcapotzalco al municipio de Melchor Ocampo.

De acuerdo con un testigo que acompañaba a Marco Antonio, los policías capitalinos lo golpearon con sus cascos, a pesar de que el menor se dejó caer y no opuso resistencia alguna. Si han sido testigos de detenciones por faltas cívicas, habrán notado la violencia que aplican los uniformados si los infractores oponen resistencia. Sánchez Flores cooperó al verse superado, pero sus derechos humanos fueron violentados.

El jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, dijo que “solo hubo un jaloneo” y minimiza y atribuye que sus lesiones “no dejan cicatriz perpetua ni comprometen ningún órgano”. ¡Ah chinga! ¿Acaso debemos agradecer que lo encontraran vivo?

El punto neurálgico en esta arbitrariedad es por qué fue detenido, liberado y abandonado si no cometió ningún delito. Peor aún, de no haber sido por la presión de las redes sociales, jamás le habrían prestado atención.

No nos quedemos solo con cómo fue que Marco Antonio Sánchez fue encontrado en estado crítico de salud. Levantemos la voz para que no vuelvan a detener a nadie arbitrariamente, para que no callen el espíritu de los jóvenes que buscan consolidar sus ideales a través de la educación pública.

El Estado ausente respondió esta vez, a medias, por uno, pero han sido miles los casos de desaparición, secuestro, abuso de autoridad y un largo etcétera que nos recuerda que 43 estudiantes siguen en la memoria de quienes quieren un México mejor. Y peor aún, con un espectáculo miserable de campañas electorales que invaden todos los medios posibles.

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