El mismo discurso de hace un año, de hace siete meses -y que desde hace 13 años planeaba Andrés Manuel López Obrador– llegó el primer lunes de julio de 2019.
Pero no son más que las mismas palabras hacia quienes votaron el 1 de julio de 2018 por él. Se adjudicó todo lo bueno, ¡démosle gracias al mesias AMLO! ¿Cuándo habíamos visto algo así? Al menos también aceptó las realidades que afronta México, que dice son herencia de los regímenes anteriores…
Eso sí, no faltaron las botargas y gansos para armar el ‘bailongo’ en el Zócalo de la Ciudad de México durante el #AMLOFest. Ahí, López Obrador relató hechos que prometió cuando asumió la presidencia el 1 de diciembre. Pero eso debe hacer el presidente, ¿no? Cumplir con lo que se compromete.
Entre sus aletargadas palabras, López Obrador detalló que no tiene guardaespaldas, pero recordemos que en su visita a Veracruz la Guardia Nacional lo acompañó.
También dijo que nos hemos llenado de 113 mil millones de pesos de ahorro, pero ¿dónde están? ¿Acaso en la renta que pagamos por mantener el avión presidencial en Estados Unidos?
Además: ¡Desaparecieron subdependencias! ¡Increíble! Aunque la gente aplauda, cientos de familias perdieron sus fuentes de ingresos, incluso aquellos que votaron por él.
Si hay tanto ahorro, como dice, también es un hecho que la economía está en vilo: no hay medicamentos, pero sí recortes a la cultura y presupuestos atorados por otras dependencias. Pero López Obrador sigue luchando contra la malvada corrupción y el diabólico neoliberalismo.
Dijo que sí le hace caso al pueblo -cuando es obligación de la democracia servir a la nación como mandatario nacional-, que por eso canceló la construcción del NAIM, hará un parque ecológico y hasta se rescatará el lago Nabor Carrillo.
Sin embargo, mientras daba su discurso, fuera de ese lugar seguro tal vez seguían matando a los mexicanos o eran despedidos de su puesto de trabajo argumentando “austeridad republicana” y eso quizá desencadena la delincuencia.
López Obrador celebra que haya más jornaleros cultivando sus propias parcelas y que ganan 5 mil pesos mensuales, pero también que hay técnicos y manufactureros que le vienen bien a la economía mexicana.
Lo malo es que para las humanidades y ciencia no hay grandes presupuestos, por lo que menos mentes críticas cuestionarán en los próximos años las ideas que se le ocurran a AMLO.
«Con lo conseguido en 7 meses bastaría para demostrar que el cambio de gobierno no ha sido más de lo mismo, que por el contrario, está en marcha una profunda transformación de la vida pública de México», justificó.
Al presidente López Obrador le queda tiempo para seguir trabajando y tiene mucho por hacer. Por cierto, a ver si ya sale de su Palacio Nacional y da la cara a las relaciones exteriores que son fundamentales, y no solo envíe a Marcelo Ebrard a resolverlas.
Una vez más, el Zócalo se volvió el recinto para aplaudir que un presidente cumpla con sus obligaciones constitucionales. ¿A ustedes les aplauden sus ocho horas (si no es que más) de trabajo diarias? Es lo mismo.
A un año de López Obrador: arrepentimiento no, decepción