Enrique Graue asumió este martes su segundo mandato al frente de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en medio de protestas, huelgas y desconfianza a la universidad más importante de Latinoamérica.
El acoso sexual en las escuelas de la UNAM es inevitable de ver. Apenas la semana pasada un grupo de jóvenes marcharon pacíficamente como protesta contra el acoso y la violencia de género. Fueron a Rectoría a entregar sus peticiones y se fueron. Momentos después llegaron encapuchados (¡una vez más!) y atacaron el recinto donde trabaja Enrique Graue; hubo bombas molotov, pintas y hasta le prendieron fuego en la planta baja.
Una vez más, nadie hizo nada contra los encapuchados. Actuaron autónomos y libres de hacer el daño que quisieron. Quemaron la bandera de México, afectaron el mural de David Alfaro Siqueiros, destrozaron la librería Henrique González Casanova, asaltaron y marcharon… sin que nadie les dijera nada. De hecho, los propios estudiantes ayudaron a recuperar algunos de los libros que fueron criminalizados, lo que se debe aplaudir y agradecer, porque esos universitarios son quienes menos necesidad tienen de ver caer a la UNAM.
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Lo más lamentable fue la postura de Enrique Graue y la UNAM: “condenamos enérgicamente los hechos”. Se la pasan condenando y dejando actuar. Así no es justo para la comunidad universitaria. Con el acto vandálico se nos olvidó el motivo de la protesta que sí fue pacífica: el acoso y la violencia de género en escuelas de la universidad. Es inevitable, insisto, se está viendo no solo desde los últimos meses.
Esto de la violencia de género y el acoso es el reto mayor que tiene Graue en su reelección (2019-2023), esperando con que cumpla lo que dijo: “Si hay algún tipo de violencia que no podemos aceptar es el que las universitarias sean acosadas o violentadas en su integridad”. Ojalá no se le olviden sus palabras, porque estos siguientes cuatro años son para acabar la tarea que no hizo en su primer periodo.
Otro problema, sin duda, es dejar de condenar enérgicamente las agresiones a recintos de la UNAM. Pero suponemos que no sabe cómo actuar y prefiere victimizarse para que olvidemos los verdaderos problemas de la universidad más grande de América Latina. Graue lleva mucho tiempo diciendo que agotará el diálogo con quienes atenten la seguridad de la institución. Como dice la canción: “¿Pasarán más de 100 años, muchos más?”.
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Al final nos vamos a aprender estas líneas cada que los encapuchados (quizás sean los mismos okupas del Auditorio Justo Sierra o Ché Guevara) ataquen: “Hago un llamado a la unión de toda la comunidad universitaria para rechazar enérgicamente la violencia, la sinrazón y las burdas y ominosas provocaciones que en fechas recientes hemos sufrido”. ¿En serio va a cambiar algo en la rectoría de la UNAM?
Porque por lo pronto, nada más no cambiamos lo de condenar enérgicamente y permitir que dañen un espacio tan respetable como lo es Ciudad Universitaria. Y el acoso y violencia de género siguen en la UNAM.