América contra los americanos y México contra sí mismo. Este es el daño colateral tras la imposición de aranceles de 25% y 10% al aluminio y acero respectivamente por parte de Donald Trump, pero también de responderle “con la misma moneda” al gobierno estadunidense.
Se terminó la exención que había otorgado el país vecino y México, envalentonado, reaccionó también con gravámenes. Lámparas, piernas y paletas de puerco, embutidos y preparaciones alimenticias, manzanas, uvas, arándanos, diversos quesos…
¿Por qué nos afecta? En realidad, dicha imposición de gravámenes resulta controversial para el consumidor final, tanto al estadunidense como el mexicano.
El habitante del país vecino verá un costo más alto en la compra de su nuevo vehículo, dado que se encarecerá el valor del acero y aluminio. En México, si comen, por ejemplo, tacos al pastor, éstos elevarán su precio por el alto costo de la carne que se importa de Estados Unidos. Lo mismo con las manzanas provenientes de aquel país.
Así pues, el gobierno mexicano quiere presionar a Trump y su gobierno a que elimine las imposiciones de la semana pasada. Se defiende al argumentar que con su mercado interno levantarán el consumo de productos propios.
Pero el presidente de Estados Unidos esconde entre esta medida una intención electoral buscando mantener la mayoría del Congreso a finales del año. También significa meter presión para retomar ventaja en las negociaciones comerciales tanto del TLCAN como con la Unión Europea.
Derivado de estos caprichos la divisa nacional ya toca el techo de los 20.15 pesos por dólar, que si lo vemos minuciosamente, podría ser peor tras las elecciones locales.
También las siderúrgicas que exportan sus productos mediante trenes a Estados Unidos han sido suspendidas, según reveló la subsidiria de Grupo México, Ferromex.
Más allá de frenar las cargas de acero al país vecino, significa la pésima posibilidad de detener o cambiar los acuerdos con las empresas que utilizan al ferrocarril como recurso para envío de productos.
Todo va a subir por creer que pagar con pesos es pagar con dólares.
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La casa… ¿del café?
El (todavía) presidente ejecutivo de Starbucks, Howard Schultz, insinuó que le gustaría ser candidato para la presidencia de Estados Unidos. Los demócratas lo seducirían para que los representase, ya que él mismo se define como uno de los líderes corporativos más políticamente abierto de ese país.
Demuestra Shultz la capacidad de resolverse como presidente por su trayectoria en la compañía y además, por defender el ansiado American Dream, ya que más de una vez ha dicho que éste no puede ser solo accesible para personas privilegiadas que son blancas y viven en el código postal correcto.
Ya quisiéramos de estos empresarios para la presidencia y no los que quieren “mochar manos” y decir que su mamá no sabe leer ni escribir. Vergüenza debería darle haber sido gobernador y no instruir a su madre la educación que le faltó, porque para la campaña vaya que despilfarró dinero El Bronco.
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