globo chino

Derribando globos, construyendo conflictos

13 febrero, 2023

Ha pasado más de una semana desde que el Departamento de Estado y el gobierno estadounidense reportaran y derribaran un presunto globo espía de origen chino con el que, aparentemente, se obtuvo información sensible relacionada con bases e instalaciones militares.

Mucho se ha comentado sobre las intenciones, características, tecnología o capacidades del aparato, pero lo cierto es que hasta el momento no es posible confirmar o negar que este haya sido diseñado con el fin específico de recopilar y retrasmitir información de carácter militar/estratégico con la cual Pekín obtuviera algún tipo de ventaja operativa significativa. Lo que sí es posible, es explicar el contexto en el que se desarrollan los acontecimientos, procurando alejarse de los análisis estridentes y tomando en cuenta el reciente desarrollo tecnológico empleado para realizar de mejor manera las funciones atribuidas al globo.

“La amenaza china”

De acuerdo con la información proporcionada por las propias autoridades estadounidenses, el globo fue detectado por primera vez el día 28 de enero de 2023 cerca de las islas Aleutianas, en Alaska. Posteriormente el aparato ingresó a territorio canadiense, volvió a ser localizado en el estado de Montana, Estados Unidos, el día 2 de febrero, muy cerca de la base militar Malmstrom, para finalmente ser derribado dos días después (el 4 de febrero) cerca de las costas de Carolina del Sur.

La noticia causó revuelo en los medios de comunicación y a nivel gubernamental en los Estados Unidos, al grado de cancelar la visita que el secretario de Estado Antony Blinken tenía programada a China para el día siguiente. El carácter de “urgente” que se le dio a la presencia del globo dentro del territorio estadounidense no coincide con la cantidad de días que transcurrieron para que el asunto fuera atendido.

Lo anterior hace pensar que el hecho fue exagerado de manera intencional, tanto por el gobierno como los medios y “expertos”, quienes sin pudor alguno se atrevieron incluso a poner fecha de inicio a la guerra entre Estados Unidos y China. Son estos mismos comentarios alarmistas y exagerados, los que buscan convencer a la sociedad estadounidense, y a un público específico, de que la “amenaza china” no se cierne únicamente sobre zonas concretas, sino que es capaz incluso de llegar a territorio estadounidense.

China
El globo de la discordia (Foto: Reproducción)

Curiosamente estos mismos dichos parecen olvidar de manera intencional el anuncio emitido el día primero de febrero, con los cuales se concreta el restablecimiento de cuatro bases militares estadounidenses en Filipinas. Estas mismas instalaciones se suman a las ya existentes en Corea del Sur y Japón, con las que se pretende cercar de forma militar a China en el Mar Meridional. Tampoco se mencionan las sanciones económicas impuestas a Pekín, la restricción a la comercialización de chips o de la visita en agosto de 2022 de Nancy Pelosi a la isla de Taiwán, por mencionar solo algunos eventos recientes.

Del mismo modo, se ignoró el pronunciamiento del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, donde se aclaraba que el globo se había salido de curso debido a los fuertes vientos y su poca maniobrabilidad, al tiempo que estipulaba la naturaleza civil del aparato, dedicado a la investigación científica y meteorológica. Menos aún se tomaron en cuenta las declaraciones del general de brigada Patrick Ryder, portavoz del Pentágono, en las que expresaba que el globo no aumentaba las capacidades de vigilancia de China, considerando la cantidad de información que ya es capaz de obtener mediante el uso de satélites. Si tomamos en cuenta todo lo anterior, queda entonces la sensación de que la alarma por la presencia del globo fue demasiada, pero empleada para tensar aún más las relaciones políticas y militares entre Washington y Pekín, a quien medios de comunicación y “expertos” siguen calificando de amenaza de alcance mundial.

De espionaje, globos y satélites

Creo que no es necesario decir que todos los gobiernos realizan labores de espionaje y por supuesto que China no es la excepción. Igualmente debemos considerar que la tecnología para facilitar y llevar a cabo estas actividades han avanzado mucho en los últimos años, y si bien es cierto que los globos fueron empleados para proveer información sobre el movimiento o localización de tropas enemigas, tanto en Europa como Estados Unidos, el uso moderno de estos actualmente se encuentra en fase de prototipo o investigación.

De hecho, los globos de vigilancia más avanzados en la actualidad están siendo desarrollados por la empresa estadounidense Raven Aerostar. Estos artefactos, llamados Thunderhead, encontrarían aplicación en sectores tan diversos como la observación, la vigilancia, la transmisión e intercepción de telecomunicaciones, el transporte de drones o armas, siendo operativos en escenarios donde el empleo de satélites y defensas aéreas no sea posible o se encuentre inutilizado.

Ya lo dijo el general de brigada Patrick Ryder, el “globo espía” no modifica ni mejora las capacidades de China para la obtención de información. Consideremos el caso del satélite Beijing-3.

EEUU y China, una tensa relación (Foto: Reproducción)

El día 28 de diciembre de 2021 se anunció que el satélite comercial Beijing-3, puesto en órbita en junio de ese mismo año, había completado su fase de pruebas exitosamente, logrando en el proceso, escanear en cuarenta y cinco segundos un área aproximada de 3,800 km2 pertenecientes a la ciudad de San Francisco, Estados Unidos, para obtener como resultado una imagen tan nítida con la cual identificar un vehículo militar y su armamento o las placas de un vehículo.

Según informó el South China Morning Post, tal hazaña se alcanzó mientras el satélite giraba 10° sobre su propio eje, superando así a otros aparatos que requieren permanecer estables para obtener y recopilar imágenes. Por si no fuera suficiente, el Beijing-3 está equipado con un sistema de inteligencia artificial que le permite planificar su vuelo de manera independiente con el propósito de monitorear quinientas áreas de interés en todo el mundo y sobrevolar estos mismos lugares varias veces más durante un solo día.

La finalidad de este aparato es el de detectar a sus objetivos y obtener sus imágenes, que bien pueden ser almacenadas en los mil gigabytes de memoria del satélite (un terabyte), o ser trasmitidos a la velocidad de un gigabyte por segundo a un centro de control en tierra. Dicho lo anterior, resulta increíble pensar que un globo pueda desempeñarse mejor que un satélite al momento de buscar información o espiar sobre bases militares estadounidenses, que, dicho sea de paso, no son tan secretas, pues se pueden localizar (y ver) realizando una simple búsqueda de ellas en internet. Pese a que las características del Beijing-3 nos parezcan sorprendentes, los satélites de las empresas estadounidenses Maxar, Planet o Lockheed Martin siguen llevando ventaja. Estos artefactos pueden escanear en menor tiempo un área mayor a la que obtiene el Beijing-3, ser tan pequeños como una caja de zapatos y ser útiles para mirar a través de un cielo nublado, una noche oscura, o bien para obtener perfiles de elevación del terreno, detectar minerales o identificar materia orgánica e inorgánica. Solo el tiempo, la tecnología y las circunstancias determinarán la valía de los globos espía frente a los satélites o incluso drones.

Tensar más las relaciones

Por ahora el incidente ha sido ampliamente comentado tanto por iniciativa de los medios como del propio gobierno estadounidense, quien ha alertado sobre la actitud intransigente recientemente mostrada por China. Pero lo cierto es que los anuncios tienen como verdadera intención justificar y buscar apoyo internacional para preparar la puesta en marcha de nuevas sanciones a empresas y entidades gubernamentales, incluso occidentales, que en apariencia guardan relación con el programa de “espionaje con globos” de China.

La situación se vuelve más delicada cuando se incita al despliegue de la fuerza militar. El uso del avión caza F-22 que derribó con un cohete el supuesto globo espía el pasado sábado 4 de febrero busca sentar precedente. En esa misma línea podemos situar los dos casos sucedidos en Alaska el pasado 10 de febrero y sobre el territorio del Yukón, Canadá, el 11 de febrero, y pese a que no queda del todo claro la naturaleza, funciones o procedencia de los últimos dos aparatos derribados, las autoridades canadienses y estadounidenses en conjunto han mencionado que China es el principal país sospechoso.

Hasta el momento, las acciones emprendidas por el gobierno con sede en Washington en torno al tema de los globos espía ya ha encontrado eco en el gobierno canadiense, al permitir que un avión de combate estadounidense sobrevuele y lance un cohete en el espacio aéreo sobre el que Ottawa dice tener soberanía. Pero después de todo la cooperación entre Canadá y Estados Unidos ha sido estrecha frente a China, basta recordar el arresto en Vancouver, a petición de autoridades estadounidenses, de una alta ejecutiva de la empresa Huawei con fines de extradición a los Estados Unidos a finales de 2018. La detención no tenía otro fin más que el de limitar el acceso de la empresa china a financiación para mejorar sus capacidades tecnológicas y se sustentó en el supuesto de una relación comercial entre Pekín y la también sancionada República Islámica de Irán.

Los restos del globo caído (Foto: Reproducción)

Igual de preocupante es el sentimiento de invencibilidad estadounidense que ha estado alimentándose desde los círculos académicos y mediáticos que sugieren que, en caso de un enfrentamiento ante Moscú o Pekín, Washington saldría victorioso. La idea no solo sobrevalora las capacidades estadounidenses, sino que resulta sumamente peligrosa tanto por lo que implica como por los posibles resultados. Tal parece que el grado de tensión actual en las relaciones Estados Unidos – China no es suficiente y es necesario empujarlas a un punto sin retorno, donde la guerra es una solución mucho más factible y que prima sobre el diálogo o la diplomacia.

Las tensas relaciones entre Ucrania y Rusia fueron llevadas al límite hasta provocar una respuesta armada que a la fecha parece no tener fin, y si los principales países europeos no han terminado de involucrarse, pese a la presión política y mediática, es porque saben que una participación directa en el conflicto significaría agravar su intensidad. Valdría la pena tener muy presente aquel trance al momento de incitar uno nuevo.

Por ahora China ha mostrado una postura mesurada, y es probable que el asunto del globo no trascienda por iniciativa de Pekín, esto si consideramos que hasta el día de hoy no se realizaron grandes acciones de trascendencia económica o militar a consecuencia de la visita de Nancy Pelosi a la isla de Taiwán el año pasado. La diplomacia china seguirá siendo extremadamente cauta y debe procurar no dar razón a los dichos y actos estadounidenses, quienes a su vez tampoco tendrían que aventurarse a averiguar los límites de tolerancia en Pekín. Por ello, la población estadounidense y del mundo deberían exigir a la administración de Joseph Biden priorizar la solución de cualquier controversia por la vía institucional, y denunciar la construcción de conflictos que no solo ponen en riesgo la integridad de países específicos, sino la vida de buena parte de la población del planeta. Hagámoslo, por lo que esto implica.

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