La casa encuestadora México Elige ha posicionado a Marcelo Ebrard como el favorito de para la presidencia cuando termine el periodo de Andrés Manuel López Obrador, para el sexenio de 2024 a 2030.
Se midió la percepción poblacional sobre varios temas, como el perfil de los políticos en turno y los principales problemas de la nación. El actual secretario de Relaciones Exteriores se perfila para ganar sobre otros nombres como Ricardo Anaya (PAN-PRD), Miguel Ángel Osorio Chong (PRI), Enrique Alfaro (MC) y hasta Claudio X. González (como independiente).
En un “tú por tú” con Anaya, fácilmente saca una ventaja de casi 10 puntos, en caso de que Ricardo se haga candidato de una mega alianza opositora PAN-PRI-PRD-MC.
Pero basados en las últimas declaraciones de Ebrard, el 2024 lo mira muy lejano, quizás, más de lo que propiamente lo dice. “Me estoy concentrando en mi trabajo, para mí ese tema está muy lejos todavía y habrá que ver cómo sucede, no me anima o no es lo que guía mis tareas”, dijo el canciller.
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El secretario de Relaciones Exteriores fue claro al decir que en los últimos años se ha esforzado por “ser un servidor público ejemplar”, y que todas las tareas que realiza actualmente en la Cancillería se enfocan en resultados actuales y no futuros, para así descartarse como presidenciable.
Solo estamos viendo el vaso medio lleno o medio vacío. Lo importante es lo que trae dentro: Marcelo Ebrard ha sido el vicepresidente de México. Constitucionalmente no existe esa figura, pero ha cubierto los flancos que López Obrador no ha podido trabajar.
El canciller ha sido lo mismo secretario de Salud al conseguir millones de vacunas que de Gobernación al gestionar acuerdos y visitas, como la de Kamala Harris y Alejandro Mayorkas, personajes prominentes de Estados Unidos que, dicen, tratan antes con Ebrard que con Andrés Manuel.
Y es que Ebrard, sin querer y tal vez con conocimiento de causa, ya sabía de qué se iba a tratar su encargo al frente de la SRE. Para viajar, Marcelo, para traer vacunas, Marcelo, para hablar de seguridad nacional, Marcelo, para la hacienda pública… Marcelo.
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El funcionario de Relaciones Exteriores incluso tiene un perfil idóneo para ser presidente en 2024: Ya fue secretario de Seguridad en el DF (2002), jefe de Gobierno de la capital (2006), e incluso presidenciable en 2012, pero de voz, no de hecho, al sacrificarse para la segunda oportunidad de López Obrador (esa vez ya con Morena).
Justo ahora, a mitad de la administración, Marcelo puede sentirse satisfecho como “vicepresidente” de México, dando razón a descartarse para 2024. El futuro juzgará estos siguientes tres años, puesto que Ebrard tendrá que decir algo sobre la tragedia de la Línea 12 que cobró 26 vidas, aquel lunes 3 de mayo, en la estación Olivos.
No es para menos, en la llamada “Línea Dorada” viaja la corrupción; había sido presupuestada en 17 mil millones de pesos y terminó costando 47 mil millones de pesos. Sobre el “incidente”, claramente faltan peritajes y señalar a los responsables, entre ellos Miguel Ángel Mancera (jefe de Gobierno posterior a Ebrard), Mario Delgado (ex secretario de Finanzas con Marcelo) y hasta Florencia Serranía, actual directora del Metro.
La memoria colectiva lo tendrá presente cuando se destapen más nombres para 2024, tanto que no habría más opción que ir tachando de la lista a Delgado, Ricardo Monreal y Ebrard, para dar paso a Claudia Sheinbaum, a quien la justicia morenista la puede exonerar.
¿Será Marcelo parte del sacrificio azteca de Morena? Aún así, Ebrard ya supo lo que es ser (vice)presidente desde la diplomacia de Relaciones Exteriores.