La “trama ucraniana” que puede tirar la presidencia de Trump

9 octubre, 2019

El pasado 24 de septiembre, la presidenta de la Cámara de Representantes -y líder de la mayoría Demócrata en el Congreso-, Nancy Pelosi, anunciaba el inicio de una investigación formal que busca dar pie a un potencial proceso de juicio político en contra del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, para eventualmente destituirlo del cargo (impeachment).

El anuncio del proceso de investigación contra el presidente se después de que un agente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) asignado en la Casa Blanca presentara una queja formal a inicios de agosto pasado.

En la dennuncia el agente considera que una llamada entre Trump con su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski -fechada según documentos oficiales el 25 de julio-, tenía implicaciones sobre la política estadounidense al contextualizarse dentro del proceso preelectoral.

También por tener la intención de afectar las pretensiones presidenciales del precandidato demócrata, Joseph Joe Biden, al relacionarlo con las actividades empresariales aparentemente ilegales de su hijo Hunter en Ucrania.

Ese mismo 24 de septiembre se supo que el gobierno estadounidense había retenido, días antes de la conversación telefónica, fondos en ayuda destinados a Ucrania, hecho que amplió las sospechas de que esta misma retención tenía el propósito de ser utilizada para aumentar la presión sobre el gobierno ucraniano.

La situación escaló a tal grado que el mismo presidente estadounidense solicitó al día siguiente hacer pública la transcripción de la llamada que sostuvo con el mandatario ucraniano, -después de que el propio gobierno se negara a publicarla- y añadió que en ella no se hacía solicitud expresa de investigar a los Biden. 

Aun así, la solicitud de iniciar la investigación contra Trump ya había sido anunciada por Pelosi y los primeros pasos para una posible destitución dieron inicio, aunque sin garantizar que dicho proceso se complete.

Si bien es cierto que esta llamada, y las circunstancias que la rodean, vuelven a poner una vez más en el centro de la polémica a Trump, el caso debe de ser tratado con sumo cuidado por los implicados, que deben considerar los costos que un proceso de tal magnitud puede traer para el Partido Demócrata, el Partido Republicano y el mismo país.

Demócratas y Republicanos en Ucrania

Tras la independencia de Ucrania en 1991, la relación entre este país y los Estados Unidos estuvo basada en la construcción y mantenimiento de lazos políticos que le permitieran al país europeo optar por alternativas de política distintas a las empleadas durante su época soviética o a las que pudiese emplear su país vecino Rusia. 

No obstante, para esa época el gobierno en Kiev aún no se decantaba por una afiliación total hacia uno u otro país, aunque guardaba cierto vínculo con Moscú. 

El punto de inflexión se daría con el cambio político al interior de Ucrania a finales del 2004 y principios del 2005 con la conocida Revolución Naranja -se le conoció con ese nombre puesto que sus simpatizantes se manifestaban en Kiev vestidos con prendas de ese color-.

Viktor Yushenko, ex primer ministro ucraniano, sería uno de los principales impulsores de la Revolución Naranja tras considerar que en las elecciones presidenciales celebradas en noviembre de 2004 se habían cometido fraudes en su contra y que estos favorecían a su rival Viktor Yanukovich. 

A nivel internacional los medios otorgaron cobertura al conflicto político y retrataban a Yushenko como el candidato liberal y democrático, mientras que Viktor Yanukovich era vinculado con las corrientes antidemocráticas y fascistas.

El resultado final de la revolución naranja dejaría a Yushenko como presidente, pero dentro de un entorno político complejo, que se modificaría de nuevo con las elecciones parlamentarias de 2006, cuando la corriente política afín a Yanukovich ganara la mayoría y cuatro años más tarde asumiera como presidente con las consecuentes protestas en el año 2014 que desencadenarían su dimisión, la fragmentación política y social del país, la anexión de Crimea y el conflicto militar en el Dombás.

La historia viene a colación por dos motivos. El primero, porque forma parte de la historia reciente de la relación entre los Estados Unidos y Ucrania; y el segundo porque fue precisamente durante la administración demócrata del expresidente Barack Obama que se aprovechó -e incluso se promovió, organizó y financió- las revueltas sociales y políticas, entre ellas la revolución naranja de 2004, y los conflictos políticos y sociales de finales de 2013 y principios de 2014. 

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La participación estadounidense en estos dos eventos específicos modificó la genuina inconformidad de la sociedad ucraniana y la volcó a sus intereses políticos a nivel internacional (y eventualmente económicos para algunos miembros del gobierno).

Según informan diversos medios, fue durante la crisis ucraniana de 2014 que el hijo de Joe Biden, Hunter, fue nombrado miembro de la Junta Directiva de la compañía Burisma Holdings, conectada con Estados Unidos y que agrupa a distintas empresas dedicadas a la exploración y explotación de recursos energéticos, entre ellos gas.

La participación de Hunter Biden en dicha compañía no tendría por qué trascender más allá del hecho de que pueda desempeñarse profesionalmente en el lugar que mejor le convenga, no obstante, al estar él relacionado con miembros del gobierno estadounidense la situación cambia. 

Lo anterior cobra mayor relevancia cuando el fundador de la empresa, Mykola Zlochevsky, es conocido por su pasado político en el Parlamento ucraniano, su adhesión política al expresidente Yanukovich -al que se consideraba antidemocrático y fascista, contrario a los principios estadounidenses- y por haberse desempeñado como el titular del Ministerio de Ecología y Recursos Naturales.

Igualmente trascendió que su padre, ejerciendo el cargo de vicepresidente, presionó al gobierno de Petró Poroshenko para que cesara en las investigaciones que el fiscal general ucraniano hacía presuntamente en torno a la actividad empresarial de Hunter Biden. 

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Para lograr que esta investigación no prosperara se retuvieron fondos de ayuda para Ucrania, justo como se considera que el presidente Trump hizo antes de comunicarse con el presidente Zelenski.

Si bien lo descrito anteriormente no debe servir como justificación, si ejemplifica la manera en la que tanto Demócratas y Republicanos se relacionan en el exterior y utilizan su posición política para aparentemente obtener réditos personales, e involucrando al resto del gobierno estadounidense. 

Irónicamente, el hecho de que una investigación realizada en Ucrania pueda modificar las elecciones o el panorama electoral estadounidense guarda cierta semejanza con la supuesta injerencia que se hizo desde Rusia en las elecciones de 2016. 

Tal parece que se pasó de la trama rusa a la trama ucraniana, aunque en realidad la trama es puramente estadounidense. 

La situación actual debe llamar mucho a la reflexión a los políticos y votantes en los Estados Unidos quienes están nuevamente próximos a vivir un proceso político sumamente álgido, para inmediatamente después comenzar con un proceso electoral igual o mayormente ajetreado.

Elecciones estadounidenses de 2020

Falta poco más de un año para las próximas elecciones presidenciales de los Estados Unidos, y tratar de visualizar que pudiera suceder en ellas sería un ejercicio muy aventurado que debe tomarse con reserva, teniendo en mente las características particulares del sistema electoral estadounidense y la manera que en los partidos designan a sus candidatos.

Si bien puede considerarse que el proceso rumbo a ellas ha comenzado con la acusación hecha por los demócratas en contra de Donald Trump, lo cierto es que el proceso real comenzará hasta conocer si el presidente actual debe dejar o no el cargo. Hasta que esto no se conozca no se puede hablar del arranque de campañas presidenciales. 

Antes de pensar siquiera en la campaña de reelección, Donald Trump deberá en primer lugar aclarar la actual situación que lo tiene en la antesala de un juicio político, así mismo deberá de buscar recuperar la confianza de algunos republicanos y simpatizantes que consideran su comunicación con el presidente Zelenski antidemocrática o desleal al proceso de competencia política. 

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Puede pensarse que esto último es una cuestión trivial, esta consideración puede llegar a tener un peso importante dentro de algunos círculos republicanos, entre ellos los políticos de carrera. A pesar del complicado panorama que tiene por delante, es muy probable que la candidatura republicana para la presidencia vuelva a ser ocupada por Trump. 

El primer objetivo entonces es evitar la destitución y en seguida presentarse como candidato a la presidencia.

Por otra parte, si es que realmente se pretende impedir desde algunos círculos al interior del Partido Republicano que la presidencia de Trump llegue a 2024, la organización al interior de este deberá ser trascendental y se tendrá que seleccionar con precisión exacta a su oponente. De momento esto no ha sucedido y da una pista de lo que pudiera venir.

Del lado demócrata, el proceso para seleccionar al candidato a la presidencia comenzó entre junio y julio de este año. Es precisamente Joe Biden el candidato del que más se pudiera hablar, por obvias razones. 

Adicionalmente a principios de mes Bernard Bernie Sanders fue operado del corazón tras sufrir un infarto. 

Aun cuando este hecho no ha trascendido demasiado, el tema de la edad y salud puede ser decisivo al momento de seleccionar a un candidato, dejando entonces a Biden como el prospecto con posibilidades tentativamente mayores, pero exhibe también una condición insoslayable al interior del Partido Demócrata; la necesidad de renovar y dar a conocer a sus políticos, por tanto, habrá que esperar si surge o no una nueva figura.

En los próximos meses, el panorama político al interior de los Estados Unidos estará sumamente activo y los acontecimientos que en él se presenten continuarán siendo foco de atención para una buena cantidad de personas alrededor del mundo, por supuesto, incluidos entre ellos la gente en México.

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