Cuando llegó Sanjuana Martínez a Notimex, en marzo de 2019, la “agencia de noticias del Estado mexicano” -así nombrada en administraciones anteriores- empezó a perder su credibilidad, certeza y, si vemos claramente, su necesidad de existir.
Hoy, en la salida del edificio ubicado en Avenida Baja California #200, en la Roma Sur, un campamento de extrabajadores y partidarios de la causa de la huelga de Notimex, nos revela que alguien está ignorando lo que es verdaderamente importante.
En días recientes se estrenó la nueva imagen de Notimex que, según reportó el sitio de Carmen Aristegui, costará más de 1 millón de pesos por cambios en el portal, empezando por el dominio notimex.mx y su infraestructura.
Apenas en octubre de 2017 habían cambiado de imagen y de dominio. En aquella ocasión, el rediseño de notimex.gob.mx no costó nada porque el personal de la agencia lo realizó durante toda una noche, en la que estuvimos presentes cerca de 10 personas.
Hace unos años laboré en Notimex, bajo la dirección general de Alejandro Ramos Esquivel y bajo la dirección editorial de Gabriel Pérez Osorio y Enrique Valadez. No tengo quejas de mi paso de la, en ese entonces, “agencia de noticias del Estado mexicano”.
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Hoy puedo decir que conozco decenas de casos de colegas que fueron despedidos sin recibir la liquidación correspondiente. Por eso resulta incongruente que sí haya capital para cambiar la imagen y esencia de un lugar con 51 años de historia.
Y es que Sanjuana Martínez llegó a terminar las relaciones laborales de muchos trabajadores sindicalizados, quienes acusaron a la directora de despedir irregularmente a decenas de empleados, cerrar corresponsalías y nombrar a personal afín.
Tras la llegada de López Obrador al poder y Sanjuana a la agencia, gradualmente se “fueron” ex compañeros que no quisieron resistir las presiones impuestas por personajes dentro de la agencia, o por motivos presupuestarios, según argumentaban.
Y la agencia se convirtió en instrumento para golpear, denostar y calificar a periodistas, opositores y todos los que no estén de acuerdo con los dichos de Andrés Manuel. Como el supuesto ataque contra las reporteras Dolia Estévez, Lydia Cacho, Anabel Hernández, Blanche Petrich, Carmen Aristegui, Marcela Turati y Guadalupe Lizárraga.
Se olvidaron de las notas relevantes, nos vendieron (literal, porque no es gratuita la suscripción) chismes y alegatos contra quien cuestionara el trabajo del presidente. Notimex se ha dado más a conocer por sus posturas claramente serviciales del Ejecutivo, y no por el ejercicio periodístico que desarrolló años atrás.
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La historia continuó hasta el paro de actividades de este 9 de junio, acordado por la Junta de Gobierno, que decidió crear un comité técnico encabezado por representantes de las secretarías de Educación, Gobernación, Hacienda y Exteriores.
Pero hoy, al día siguiente del cierre de un día de Notimex, nos debemos preguntar: ¿Aún es necesaria la agencia para consultar y tener información?
Para el gobierno lo es, y aún más con el argumento de querer crear su propia BBC con los otros medios públicos del Sistema Público de Radiodifusión (SPR), que dirige Jenaro Villamil.
No obstante, y por los contenidos que hemos visto, Notimex debe renovarse o morir, pero antes, debe saldar cuentas pendientes, que no son pocas.